13.1.05

Carta a Misawa

The Writings of Nichiren Daishonin, págs. 894-95.
Gosho Zenshu, págs. 1487-88
(Tomada de la revista nueva era de la ASOCIACION PERUANA DE LA SOKA GAKKAI INTERNACIONAL (psgi) No. 148 correspondiente a Septiembre – octubre de 2000)


Aunque la gente pueda estudiar el Budismo, le es difícil practicarlo correctamente sea a causa de la ignorancia de su mente, o porque, aunque sean sabios, fallan en comprender que están siendo mal encaminados por sus maestros.

Además, aunque una persona encuentre un buen maestro y la verdadera enseñanza, y así abrace la correcta enseñanza, inevitablemente, en el momento en que resuelve liberarse de los sufrimientos del nacimiento y de la muerte, y alcanzar la Budeidad1, encontrará siete asuntos graves conocidos como los tres obstáculos y cuatro demonios2, con tanta seguridad como que una sombra sigue al cuerpo y los nubarrones acompañan a la lluvia. Aunque se las arregle para superar a los seis primeros, si es derrotada por el séptimo, no podrá ser un Buda.

Dejemos los seis primeros por ahora. El séptimo es causado por el rey demonio del sexto cielo3. Cuando una persona común del Último Día está lista para lograr la Budeidad, pues ha comprendido la esencia de todas las sagradas enseñanzas d la existencia del Buda y entendido el corazón de la importante enseñanza expuesta en Gran concentración y disernimiento4, este demonio se sorprende grandemente. Se dice a sí mismo: ‘Esto es lo más irritante. Si permito que esta persona permanezca en mi dominio, no sólo se liberará de los sufrimientos del nacimiento y de la muerte, sino que también conducirá a otros hacia la iluminación. Además, tomará el mando de mi reino y lo transformará en una tierra pura. ¿Qué voy a hacer?’. Entonces, el demonio convoca a todos sus subordinados de los tres mundos del deseo, de la materia y de lo inmaterial5, y les dice: ‘Ahora vayan y acosen a ese devoto, usando sus respectivas habilidades. Si no logran hacerle abandonar su práctica budista, entonces entren en la mente de sus discípulos, de sus protectores laicos y de la gente de esta tierra e intenten así persuadirlo o amenazarlo. Si estos intentos tampoco son exitosos, yo mismo bajaré y poseeré la mente y el cuerpo de su soberano para perseguir a ese devoto. Juntos, ¿cómo podemos fracasar en impedirle lograr la Budeidad?’.

Yo, Nichiren, he estado consciente de esto desde hace mucho tiempo y, por consiguiente, sé lo difícil que es para una persona común del Último Día llegar a convertirse en un buda en esta existencia.


Antecedentes
Escrita en el cuarto año de Koan (1278), esta carta también es conocida como “Antes y después de Sado” porque aclara la distinción entre las enseñanzas expuestas por el Daishonin antes de su exilio a la isla de Sado y aquellas reveladas durante y después del mismo. Él compara las primeras con las enseñanzas pre Sutra de Loto, que predicó el buda Shakyamuni como un medio para conducir a sus discípulos hacia el Sutra de Loto. Respecto a su verdadera enseñanza, el Daishonin dice, «Secretamente transmití mi enseñanza a mis discípulos de la provincia de Sado». Citando las palabras del Buda, él se refiere a esa enseñanza como «esta gran Ley». Esta enseñanza es explicada con mayor precisión en dos de sus más importantes escrituras, “La apertura de los ojos” y “El objeto de veneración para observar la mente”.

El receptor de esta carta, en general, se cree que fue Kojiro Misawa, un seguidor laico del Daishonin que era el señor feudal de Misawa, distrito de Fuji, en la provincia de Suruga, aunque hay quienes consideran que fue enviado al nieto de Kojiro, Masahiro.

Parece que Misawa mantuvo su distancia del Daishonin por temor a enfrentar y hacer surgir sospechas del sogunato de Kamakura. Pero el Daishonin manifiesta comprender su posición como responsable de un feudo, una familia y de vasallos, y lo alienta con benevolencia.

Comentarios

Superar “los tres obstáculos y cuatro demonios”
Luego de agradecer al receptor por diversos ofrecimientos, Nichiren Daishonin explica por qué es difícil hacer emerger el supremo potencial de la Budeidad. En esta carta el Daishonin da dos razones. Primero, la gente no practica el Budismo correctamente sea a causa de “la ignorancia de su mente” o por ser “mal encaminados por su maestros”. Segundo, aunque la gente encuentre el Budismo verdadero y a su maestro correcto, con frecuencia son impedidos para obtener la iluminación por los “tres obstáculos y cuatro demonios”. Los “tres obstáculos y cuatro demonios” describen una serie de potenciales influencias negativas que pueden estorbar la práctica budista e impedir la obtención de la Budeidad. Dicho de otra manera, no obstante, si bien estos obstáculos impiden a algunas personas revelar su Budeidad, para otras funcionan como un impulso o estímulo. Luchando contra ellos, la gente puede hacer emerger su potencial iluminado, obteniendo así la Budeidad. Si la “ignorancia”, “maestros erróneos” y los “tres obstáculos y cuatro demonios” funcionan para impedir que la gente alcance la Budeidad, entonces, los esfuerzos para superar la ignorancia, buscar al maestro correcto y luchar contra los tres obstáculos y cuatro demonios son el camino para lograr la Budeidad. El esfuerzo sincero en la fe, práctica y estudio del Budismo de Nichiren Daishonin es el camino más seguro y directo para lograrlo.

Superar la ignorancia y encontrar el maestro correcto
Cuando el Daishonin se refiere a la “ignorancia de su mente”, no está implicando simplemente la ignorancia de la gente acerca del Budismo. Por supuesto, es importante estudiar el Budismo, especialmente las escrituras del Daishonin, de modo que se pueda profundizar y fortalecer la fe mediante la comprensión. Pero solo la acumulación de conocimientos sobre el Budismo no protege contra la clase de “ignorancia” a la que se refiere el Daishonin aquí. Hasta el más erudito de los estudiosos budistas puede caer víctima de las emociones y ser conducido por frivolidades si no está consciente y se esfuerza por hacer emerger el real potencial para la Budeidad que posee toda persona. Esta ignorancia de la mente, entonces, se refiere en realidad a la falta de fe en la esencia real del Budismo.

Para encontrar al maestro del Budismo correcto, se debe poder determinar quién está practicando el Budismo con mayor diligencia y sinceridad, en exacta concordancia con sus enseñanzas. Si el juicio a este respecto es influenciado por el estatus, posición o apariencia de alguien, se estará sucumbiendo a la “ignorancia”. Nichiren Daishonin expone el ejemplo de lo que significa ser un practicante y un maestro del Sutra de Loto, la más elevada enseñanza del buda Shakyamuni, y más específicamente de la Ley Mística contenida en el sutra. El ejemplo del Daishonin como devoto de la esencia del Budismo está expuesto con claridad en sus escritos. En la actualidad hay quienes se esfuerzan en la fe, práctica y estudio exactamente como enseña Nichiren Daishonin –siendo diligentes en la práctica propia y esforzándose por enseñar a otros y propagar los ideales humanistas del Budismo en la sociedad­- que pueden ser considerados como maestros correctos del Budismo de Nichiren Daishonin.

En “La apertura de los ojos”, Nichiren Daishonin escribe, «Aunque el devoto del Sutra de Loto fuese un mono, en vez de un ser humano, deberían dirigirse [los dioses protectores] a él en su condición de devoto, y no tardar en cumplir su juramento que hicieron al Buda». Devoto, en este sentido, significa “quien practica verdaderamente”. En otras palabras, no es la apariencia o el estatus o el título, sino el hecho de estar practicando verdaderamente y mostrando el poder del Budismo en la vida misma lo que califica a alguien como maestro del Budismo. Y, así como no se debe discriminar contra un maestro a causa de su posición o estatus. Tampoco debe, un maestro, discriminar contra sus practicantes.

El Daishonin no discute el problema que surge de la ignorancia o por seguir a un maestro erróneo en esta carta, no obstante, son importantes debido a que nos impiden revelar nuestra propia naturaleza de Buda y, en consecuencia, de ser verdaderamente felices. Quien pretende ser un maestro del Budismo mientras discrimina a sus practicantes debido al estatus, posición o riqueza, no califica como un maestro, en absoluto.

Los tres obstáculos
Como nos recuerda el Daishonin en esta carta, una persona “inevitablemente, ... encontrará los tres obstáculos y cuatro demonios”, conforme progrese significativamente en su práctica. No es cuestión de si surgirán, sino de cuándo surgirán. Lo que importa, en todo caso, es nuestra disposición de enfrentar y vencer todos los impedimentos que se interpongan en nuestro camino hacia la felicidad absoluta. Los “tres obstáculos” son diversas funciones que tratan de impedirnos la práctica del Budismo; surgen de los deseos mundanos, el karma y la retribución, respectivamente.

El Daishonin explica: “El obstáculo de los deseos mundanos son los obstáculos a la práctica que se originan en la furia, la codicia y la estupidez”. (PEND-1, 145). Algunos pueden abandonar su práctica budista debido a que anteponen el logro de sus deseos inmediatos al Budismo, que conduce a la iluminación fundamental. En otras palabras, están más interesados con la ganancia a corto plazo que el desarrollo y el beneficio verdaderamente recompensante que es posible alcanzar perseverando en la práctica budista. Con esa actitud, incluso una dificultad relativamente menor puede ocasionar el abandono de la práctica. Otros pueden renunciar a su fe debido al emocionalismo –los gustos y disgustos mencionados antes. Esas personas, típicamente, encuentran razones para resentirse con otro practicante, y abandonar su fe para evitar o por rencor hacia esa persona. Estos son ejemplos del “obstáculo de los deseos mundanos”.

Respecto al obstáculo del karma, el Daishonin dice que son “los obstáculos que presentan la esposa o los hijos” (Ibid.). El obstáculo del karma se refiere a nuestra orientación kármica fundamental que nos desvía del correcto camino del Budismo. Como lo sugiere el ejemplo del Daishonin, algunos pueden abandonar su práctica simplemente por satisfacer a los miembros de su familia o personas amadas que pueden temer o resentirse con su práctica budista, el tiempo que le toma, o las críticas que puede invitar de la comunidad en general.

El obstáculo de la retribución se refiere a las circunstancias hostiles en las que se nace como retribución kármica por acciones en contra de la Ley Mística en existencias pasadas; se refiere especialmente a los obstáculos causados por figuras de autoridad. Si los que nacen en una sociedad o comunidad que alberga enemistad hacia el Budismo permiten que sus circunstancias anulen su práctica budista, estarán sucumbiendo al obstáculo de la retribución. A este respecto, el Daishonin dice: El obstáculo de la retribución son “los impedimentos provocados por el soberano o los padres” (Ibid.)

Los cuatro demonios
Los “cuatro demonios” es una referencia a las diversas funciones negativas de la vida y el universo –no a seres demoníacos reales. Estas funciones atormentan el cuerpo y la mente de un practicante budista. La palabras sánscrita para demonio, Mara, era traducido al chino como “ladrón de vida”, “asesino” y “destructor”. Como lo indican tales traducciones, los demonios en el Budismo pueden ser considerados como metáforas para las funciones destructivas de las vidas de los practicantes budistas en particular, y de la gente en general. En un sentido, esto es similar al Cristianismo en tanto identifica a Satán con las fuerzas destructivas de la vida y como “un homicida desde el principio”. (San Juan 8:44).

Específicamente, los “cuatro demonios” se refieren al impedimento de los deseos mundanos, el impedimento de los cinco componentes, el impedimento de la muerte, y el impedimento del rey demonio. El impedimento de los deseos mundanos indica la función de los deseos e impulsos más bajos de la gente para debilitar su resolución para buscar el Budismo y, así, corromper sus vidas.

Los “cinco componentes” son los cinco elementos físicos y mentales que constituyen nuestra existencia –indican la estructura física y espiritual del ser humano. Nuestro componente físico o fisiológico es llamado “forma”, y nuestras funciones mentales incluyen los componentes de “percepción”, “concepción”, “volición” y “conciencia”. El Budismo explica que esos cinco componentes se unen temporalmente y dan lugar a un ser humano individual. Podemos interpretar el impedimento de los cinco componentes como la desarmonía entre los cinco componentes que crean sufrimiento físico y mental, sofocando la pureza de la condición y oscureciendo la sabiduría innata.

El impedimento de la muerte se refiere a cualquier cosa que funcione para causar la muerte de un practicante budista, y de esa manera impedir su práctica budista. Sin embargo, podemos definirlo más ampliamente para incluir temor o aprehensión sobre la posibilidad de la propia muerte, o desaliento y duda originada por la muerte de un practicante. Si tememos o nos desalentamos por la muerte y, como consecuencia, nos confundimos y retrocedemos en la fe, estamos sucumbiendo al impedimento de la muerte.

Ver al “rey demonio” dentro
En esta carta, el Daishonin explica las funciones del último y más poderoso impedimento, el “rey demonio”. Las escrituras budistas con frecuencia hacen referencia a seres tales como demonios, diablos, deidades benévolas y dioses. El Budismo del Daishonin los interpreta como representaciones de las funciones de la vida y el universo. En este aspecto, el Daishonin dice en “El tratamiento de la enfermedad”:

El corazón de la escuela del Loto es la doctrina de los tres mil reinos en un simple momento de vida, que revela que tanto el bien como el mal son inherentes incluso en aquellos que están en la etapa más elevada de la iluminación perfecta. La naturaleza fundamental de la iluminación se manifiesta como Brahma o Shakra6, mientras que la oscuridad fundamental se manifiesta como del demonio del sexto cielo. Las deidades benévolas odian a quienes cometen maldades, y los demonios malvados odian a la gente buena. (WND, 1113)

Aquí, el Daishonin enseña que el bien y el mal –las funciones que afirman y que niegan la vida- son inherentes en todas las personas, incluyendo a los budas. Ignorando esto, algunas personas permiten que su naturaleza que niega la vida se desenfrene y origine miseria tanto para ellas mismas como para los demás. Los budas, sin embargo, están plenamente conscientes de sus propias potencialidades –tanto buenas como malas.

En lugar de sucumbir ante las deseos destructivos, las vidas de los budas están firmemente enraizadas en su naturaleza que afirma la vida, específicamente en el supremo estado de vida llamado Budeidad, rico en misericordia y sabiduría. Una vez logrado este estado, sin embargo, no persiste simplemente por su cuenta. Nadie se convierte en buda o se mantiene como tal distraídamente o sin acción. Esto nos dice algo importante acerca de la práctica budista: Budas son aquellos que están conscientes de su oscuridad fundamental innata y que siempre lucha por desafiar sus debilidades. Dicho de otra manera, para revelar nuestra Budeidad innata y convertirla en nuestra base, es preciso que veamos nuestra naturaleza que niega la vida y luchemos contra ella. Tal como alguien que se preocupa por la formación de su cuerpo no puede continuar haciéndolo sin esforzarse en ello, o como un estudioso no puede seguir siéndolo sin seguir estudiando, un buda no puede seguir siéndolo sin un esfuerzo continuo y sin observar sus propias debilidades e ignorancia observar desafiarlas y vencerlas.

La “oscuridad fundamental” que menciona el Daishonin es nuestra ignorancia o escepticismo respecto a la Budeidad dentro de nuestras vidas así en las vidas de todas las personas. Mientras ignore este supremo potencial universal, la gente tiende a la desesperación en lugar de la esperanza, a la crueldad en lugar de la misericordia, a la estupidez en lugar de la sabiduría, y a la cobardía en lugar del coraje. La gente que está saturada de su oscuridad fundamental es esencialmente insegura de sí misma, de modo que se inclina por insultar a otros e ignorar la miseria de los demás y hasta deriva satisfacción de ello. De la inseguridad proviene la arrogancia. Una gran inseguridad puede ocasionar una irreprimible urgencia por controlar a otros. Un intenso deseo de control tipifica a quienes actúan como el “rey demonio”.

Debe notarse, en el monólogo del rey demonio, que su irritación emana de la potencial pérdida de su control sobre su “dominio”. Él teme que la gente conozca su verdadero potencial y confía en sí misma. La gente con confianza en sí misma y que actúa con libertad espiritual hace que el “rey demonio” siente más profundamente su miseria que emana de su escepticismo en el supremo potencial de la Budeidad. Ellos le recordarán su verdadera debilidad, que encubre con sus ínfulas. Es por esta razón que el rey demonio se dice a sí mismo: “Esto es lo más irritante. Si permito que esta persona permanezca en mi dominio, no sólo se liberará de los sufrimientos del nacimiento y de la muerte, sino que también conducirá a otros hacia la iluminación. Además, tomará el mando de mi reino y lo transformará en una tierra pura. ¿Qué voy a hacer?”.

Lo importante es tener en mente que este “rey demonio” se esconde en las más recónditas profundidades de la vida de todos. Cuando este potencial no es reconocido y pasa a ser dominante, verdaderamente nos convertimos en “pequeños demonios”. Por consiguiente, es importante estar siempre vigilantes de nuestra oscuridad fundamental y no sucumbir a ella. Para luchar contra “el rey demonio” interior, es preciso desarrollar nuestra convicción en la existencia de la Budeidad dentro de nuestra vida y de los demás. Por esto el Daishonin dice: “La afilada espada para cortar la oscuridad fundamental es sólo la fe” (G. Zenshu, pág. 751).

Desafiar la injusticia exterior es revelar la Budeidad interior
El “rey demonio” es a veces llamado “demonio del sexto cielo” porque, se dice, vive en el más elevado de los seis cielos del mundo del deseo. En la antigua cosmología budista india, este cielo más elevado del mundo del deseo estaba asociado con el deseo de explotar a otros por placer propio. En este sentido, el “rey demonio” simboliza nuestra tendencia a ver a otros seres humanos como medios para gratificar nuestros propios deseos y ansias. Cuando la gente es deshumanizada y reducida como medios para algún fin puede resultar en grandes sufrimientos –siendo la guerra el más horrendo de los ejemplos. Por esto el Daishonin era implacable para hablar en contra de la corrupta autoridad religiosa de su época, que trataba de oscurecer la verdad del Budismo contenida en el Sutra de Loto que, fundamentalmente, enseña la libertad espiritual. Los sacerdotes eminentes, preocupados por la propagación de las enseñanzas del Daishonin, persuadieron al gobierno a perseguirlo, lo que condujo finalmente a su fallido intento de ejecutarlo y luego a su exilio a la isla de Sado, en 1271.

Debido a que la “oscuridad fundamental” encuentra expresión en el deseo de controlar a otros por una egoísta gratificación, aquellos que están en posiciones de influencia puede ser especialmente susceptible de funcionar como el “rey demonio”. En este respecto, el Daishonin hace el metafórico rey demonio le diga a sus subordinados: “Ahora vayan y acosen a ese devoto, usando sus respectivas habilidades. Si no logran hacerlo abandonar su práctica budista, entonces entren en la mente de sus discípulos, de sus protectores y de la gente de esta tierra e intenten así persuadirlo o amenazarlo. Si estos intentos tampoco son exitosos, yo mismo bajaré y entraré en la mente y en el cuerpo de su soberano para perseguir a ese devoto. Juntos, ¿cómo podemos fracasar en impedirle lograr la Budeidad?”.

La subordinación como la otra cara de la arrogancia
Es importante notar, sin embargo, que la “oscuridad fundamental” puede, a veces, manifestarse como denigración de sí mismo y una servil obediencia a la autoridad externa. En la superficie, el autócrata dominante y adulador cobarde parecen representar extremos opuestos: desear el control y desear ser controlado. No obstante, ambas tendencias emanan de la falta de confianza y en la no-creencia en el supremo potencial que tenemos dentro. La gente que cree que no puede mejorar –que niega su propio potencial- actúa de una de dos maneras. Primero, puede abandonar su poder, sintiendo que no tiene esperanza en controlar su destino y, de esa manera, asigna el control a otro. Segundo, puede hacerse arrogante. Debido a que en su interior no creen que pueden mejorar, tratan de justificarse convenciéndose a sí mismo y a otros de su grandeza. Tratando de ganar poder sobre otros, evitan observar sus propias limitaciones, que desprecian. Ellos interpretan la deferencia de los demás como una afirmación de su propia grandeza. En realidad, la creación de cualquier sistema tiránico o autoritario requiere de la existencia de ambos tipos de personas. Podemos decir que las tendencias de quienes han sucumbido a su “rey demonio” interior son diferentes sólo en la dirección de la manifestación –el control o el servilismo. Lo que tienen en común en su raíz es una profunda inseguridad y falta de confianza. Sean tiranos o sujetos obsequiosos –ambos han elegido su “oscuridad fundamental” sobre su “naturaleza fundamentalmente iluminada”. Ninguno de los dos es verdaderamente libre.

Como alude el Daishonin alegóricamente en esta carta, los sacerdotes prominentes y funcionarios del gobierno de su época habían permitido que su oscuridad fundamental domine sus vidas y, así, explotaba a la gente y perseguía al Daishonin y sus seguidores practicantes. Además, la mayoría de la gente había elegido el camino del servilismo espiritual a estas autoridades. Bajo tales circunstancias, a pesar de las severas persecuciones, el Daishonin propagó incesantemente su mensaje acerca de la universalidad de la Budeidad, demostrando ser el verdadero devoto del Sutra de Loto. Respecto a esto, el Daishonin dice: “[A pesar de la interferencia personal del rey demonio del sexto cielo] es debido a que las deidades celestiales vienen en mi ayuda que he sobrevivido incluso en Tatsunokuchi, y también salí a salvo de otras grandes persecuciones. Por el momento, el demonio del sexto cielo debe sentirse desalentado” (GZ, 843).

La acción conquista la oscuridad fuindamental
A través de su propio ejemplo, el Daishonin nos enseña la importancia de hablar sobre la verdad del Budismo desafiando la injusticia para revelar nuestra Budeidad innata. Nuestras vidas están intrínsecamente dotadas tanto con la “oscuridad fundamental” como de la “iluminación fundamental”. Si simplemente no hacemos nada, seremos superados por la oscuridad fundamental. Para revelar nuestra naturaleza de iluminación fundamental, es preciso que reafirmemos continuamente la existencia de la Budeidad dentro de nosotros y de los demás.

Con propósitos de aclaración, podemos describir esto en cuatro categorías de actividades: La primera es luchar para reconocer y hacer emerger nuestra propia naturaleza iluminada orando seria y consistentemente al Gojonzon. Esto incluye siempre los esfuerzos por mejorar nuestra diaria práctica del gonguio y daimoku, estableciendo metas claras en nuestras vidas, y orar por lograrlas.

La segunda es hacer esfuerzos para ayudar a otros a hacer lo mismo. Esto significa compartir el gran beneficio y poder del Budismo del Daishonin con otros de modo que ellos también puedan acumular buena fortuna y experiencias de desarrollo personal. También significa apoyar las actividades de la SGI para compartir los ideales humanistas y no violentos del Budismo con la sociedad y el mundo en general.

La tercera es observar dentro de nuestras vidas para identificar las causas de nuestro sufrimiento. Necesitamos reconocer las debilidades o hábitos que nos frenan en nuestra vida diaria y en nuestra fe –las debilidades que surgen de nuestra oscuridad fundamental- y esforzarnos para controlarlos. Con este fin, tratamos de exponernos a buenas influencias y aprender buenos ejemplos, lo que puede incluir nuestros esfuerzos en el estudio y la búsqueda de orientación de aquellos que tienen más experiencia en la fe y en la práctica.

Y la cuarta, es desafiar y esforzarse para transformar la oscuridad fundamental de otros –hablando con coraje y convicción para convencer a la gente a no abandonar su poder, a no esclavizarse a la autoridad, exponiendo al mismo tiempo la función del “rey demonio” dentro de la autoridad injusta. Específicamente, nos ponemos del lado de las personas comunes que están tratando de mejorar sus vidas mediante la práctica budista y señalamos los errores de cualquier persona o poder que busca ahogar o usurpar el derecho de las personas a hacerlo. Esta es la esencia del “espíritu Soka”.

Estas cuatro clases de actividad son listadas aquí no para implicar algún orden o aproximación específico. Pueden coincidir parcialmente y cualquiera de ellos puede tener elementos de los otros. Este ejemplo intenta expresar nuestra necesidad de desarrollar los aspectos positivos –la iluminación fundamental- dentro de uno y de los demás, y desafiar y superar la negatividad –la oscuridad fundamental- dentro de uno y de los demás.

Cuando nos esforzamos en estas áreas, nos hacemos conscientes de nuestra propia oscuridad fundamental, de manera que podemos desafiarla. Haciéndolo, manifestamos y solidificamos nuestra innata naturaleza iluminada fundamental. En esta carta, el Daishonin dice: “Yo, Nichiren, he estado consciente de esto desde hace mucho tiempo”. Esto es notable. Debido a que el Daishonin estaba claramente consciente de su propia oscuridad fundamental y de su funcionamiento en los demás, pudo percibir la naturaleza de las persecuciones y superarlas. Aquí, el Daishonin nos enseña que, en tanto nuestra fe en nuestra naturaleza iluminada fundamental sea sólida y nos mantengamos vigilantes contra nuestra oscuridad fundamental, podemos transformar las funciones del “rey demonio” tanto dentro como fuera de nosotros.

Desafiar las dificultades con coraje
En esta carta, el Daishonin dice: “en el momento en que resuelva liberarse de los sufrimientos del nacimiento y de la muerte, y alcance la Budeidad, encontrará los tres obstáculos y cuatro demonios. Esto es tan seguro como que la sombra sigue al cuerpo y las nubarrones acompañan a la lluvia”. Si adoptamos la perspectiva del Daishonin sobre las dificultades de la vida, cualquier cosa que parezca frenar nuestra práctica budista y nuestra vida en general, se transformará en una oportunidad para demostrar nuestro supremo potencial. En otra carta, “Los tres obstáculos y cuatro demonios”, el Daishonin enfatiza la importancia de desafiar las dificultades con coraje y optimismo en lugar de sucumbir al temor y la desesperación:

“No sienta el mínimo temor en su corazón. Lo que a uno le impide lograr la Budeidad es la falta de coraje, aun cuando uno haya profesado la fe en el Sutra de Loto muchas veces, desde hace innumerables kalpas ... ocurre algo inusitado cuando una persona común manifiesta la Budeidad. En ese momento, los tres obstáculos y los cuatro demonios aparecen invariablemente. Y los sabios sienten regocijo, mientras que los necios retroceden” (PEND-1, 264).

Las dificultades de la vida pueden causar desesperación y sufrimiento; sin embargo, también pueden ser una fuente de esperanza y felicidad. El Daishonin enseña que depende de nosotros decidir lo que haremos con nuestra vida y que la fe valiente, fundamentalmente, nos posibilita derrotar “los tres obstáculos y cuatro demonios” y realizar la más genuina felicidad.

El alegórico rey demonio del Daishonin, a pesar de toda su malicia y maldad, sabe una importante verdad. Él sabe que una sola persona verdaderamente despertada puede reclamar todo su dominio entero y conducir a muchos otros al mismo estado de libertad espiritual. Reconocer este “poder de una sola persona” puede ser una importante lección que podemos aprender del “rey demonio”.

Notas.-
1. También referido por la palabra iluminación. El supremo estado de vida en el Budismo, caracterizado por una ilimitada misericordia y sabiduría. En este estado uno ha despertado a la verdad eterna y fundamental que es la realidad de todas las cosas. La Budeidad es considerada como la meta de la práctica budista y el más elevado de los Diez Mundos.
2. Diversos obstáculos e impedimentos a la práctica del Budismo. Los tres obstáculos son: (1) el obstáculo de los deseos mundanos; (2) el obstáculo del karma, que también puede referirse a la oposición del cónyuge o los hijos; y (3) el obstáculo de la retribución, también obstáculos causados por los superiores o padres. Los cuatro demonios son: (1) el impedimento de los cinco componentes; (2) el impedimento de los deseos mundanos: (3) el impedimento de la muerte, porque a final de cuentas la muerte obstruye la práctica del Budismo o porque la muerte prematura de otro practicante causa dudas; y (4) el impedimento del rey demonio.
3. El rey de los demonios, que vive en el más elevado de los seis cielos del mundo del deseo. Él funciona para obstruir la práctica budista y se deleita minando la fuerza vital de otros seres. También es considerado como la manifestación de la oscuridad fundamental inherente a la vida. También llamado demonio celestial.
4. Una de las tres obras principales de T’ien-t’ai. Esta obra aclara el principio de los tres mil reinos en un simple momento de vida, basado en el Sutra de Loto. Y elucida el método de la meditación para observar la mente y realizar el principio dentro de uno mismo.
5. El mundo de los seres no iluminados que transmigran dentro de los seis caminos de existencia (los seis estados más bajos de los Diez Mundos, que son Infierno, Hambre, Animalidad, Ira, Humanidad y Cielo). Ellos son: (1) el mundo del deseo, gobernado por deseos diversos; (2) el mundo de la forma, cuyos habitantes están libres de todo deseo, ansia o apetito, pero manteniendo una forma material, están sujetos a ciertas restricciones materiales; (3) el mundo de lo sin forma, donde los seres están libres de tanto de deseos como de restricciones materiales.
Shakra: También conocido como Indra. Junto con Brahma, uno de los dos principales dioses tutelares del Budismo.

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